Tengo un nudo en el pecho desde hace unos días, y finalmente vomité un pequeño texto sobre lo mucho que vamos a extrañar a Ángel Di María. Me tomo el atrevimiento de hacer una excepción y compartir esta reflexión por este sitio.
A pesar de mi confeso ateísmo, existe un Angelito que me acompaña a todas partes, pegado en la contratapa de mi agenda (que anualmente le compro a las AbuelasDeLaPaz)
Es extremadamente difícil convivir con la contradicción de querer ver una final más de Argentina, y al mismo tiempo querer que el domingo no llegue nunca, sabiendo que es "tu último baile"
No precisamente porque el partido vaya a ser un baile. Más bien todo lo contrario. Será una final muy difícil e intensa. Pero independientemente del resultado, vamos a estar a la altura de las circunstancias.
De lo que seguro no vamos a estar a la altura, es de poder ver tus últimos 90 minutos. Vos decís que no estás listo. Nosotros menos.
Todavía me dura el duelo de no ver en la cancha al jefecito Mascherano o al Kun Agüero, y ahora se viene este masazo. Sin contar que el más grande del mundo ya dijo que también está peleando sus últimas batallas.
Y ese fue principalmente nuestro problema. El mundo te infravaloró muchas veces, porque te tocó jugar toda tu carrera al lado de otro extraterrestre. El GOAT.
Pero a pesar de que algunos oportunistas quieran naturalizarlo, no podemos ni debemos acostumbrarnos. Esto no es normal. No son jugadores normales. No es una racha normal. Todo es completamente extraordinario.
Éstas "generaciones doradas" (la actual y la anterior) de nuestra selección de fútbol nos han regalado el fútbol más lindo jamás visto. Pero nos enseñaron mucho más que eso. A no bajar los brazos. A no rendirnos. A tratar de mejorar siempre. Resiliencia. A qué lo "humano" es el centro de cualquier proyecto que un colectivo pueda encarar.
Sólo el tiempo, y el no tenerte en la cancha, nos van a permitir dimensionar el jugador que has sido para nosotros como país y para cada club que has pisado.
Por todo esto, y por mucho más que no se puede explicar con simples palabras, es que no quiero ni a palos que llegue el domingo. Te vamos a extrañar con locura, y siempre te vamos a llevar en ese corazoncito que hacés con las manos cada vez que nos regalás un hermoso gol.
Arián Vaquer
Si también necesitás un pequeño desahogo al respecto, te invito a compartirlo en los comentarios. A pesar de todo, escribir esto a mi me hizo un poco mejor.
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